Carlos Fernández-Vega (La Jornada)
Con eso de que la directora-gerente del FMI asegura que esta República de discursos puede convertirse en una inspiración para que el resto del mundo se atreva a soñar, el gobernador del Banco de México le tomó la palabra y se animó a soñar despierto, pues Agustín Carstens (como en su momento fallida y permanentemente lo hizo su antecesor, Guillermo Ortiz, quien ocupó el puesto a lo largo de dos sexenios y medio) exhortó a los banqueros a reducir las elevadísimas tasas de interés, limitar los interminables trámites y acotar las voluminosas garantías exigidas por los barones del dinero a la hora de conceder un crédito.
Dijo el afamado doctor catarrito que los elevadísimos costos de transacción por el uso de servicios formales de ahorro y préstamo se han convertido en la principal barrera que afrontan los pobres para tener acceso a una intermediación financiera moderna… En la cadena de perpetuación de la pobreza, la falta de inclusión financiera es un eslabón que siempre está presente” (La Jornada, Roberto González Amador), aunque a todas luces el gobernador del Banco de México obvió mencionar la más importante de las barreras que los pobres deben sortear, y no sólo para obtener un crédito: la falta de ingreso.
Pero más allá de esa nimiedad, Carstens repite puntualmente la fallida política de los exhortos para que la banca (mayoritariamente extranjera) agilice y abarate el otorgamiento de crédito (aunque se supone que ese era el objetivo de la ya aprobada reforma financiera promovida por el actual inquilino de Los Pinos). A golpe de exhortos, como gobernador del Banco de México a lo largo de 13 años Guillermo Ortiz no logró absolutamente nada.
Por el contrario, los bancos nunca dejaron de cobrar exorbitantes tasas de interés y comisiones hasta por respirar dentro de las sucursales, algo que, por lo demás, ni de lejos se atreven a practicar en sus países de origen. Y lo hicieron, y lo siguen haciendo, por una simple razón: su impunidad es garantizada por el propio gobierno federal. Los banqueros, por su parte, cínicamente reviran que el crédito “allí está… hay suficientes recursos para prestar, para financiar cualquier actividad”. Eso sí, dicen, el que quiera agua que se moje el culo, y pague lo que debe pagar, porque esto es un negocio, no una institución de caridad.
Entonces, mientras el gobernador del Banco de México se atreve a soñar, el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, pone en duda la afirmación del ministro del año de que la recuperación económica ha comenzado.
¿Y por qué lo pone en duda? Primero, porque la declaración viene de quien viene, y sólo es eso, una declaración, pero también porque la economía mexicana ha presentado resultados por debajo de las expectativas de crecimiento del presente año, no solamente las últimas cifras de la actividad industrial dejaron tras de sí un sentimiento negativo en torno a los niveles de crecimiento a los que México podrá aspirar al finalizar 2014, sino que se ha exhibido la fragilidad del mercado interno, la cual es imperante atender para gestar una verdadera prosperidad económica.
A lo anterior se suma la baja en los pronósticos de crecimiento de la economía de Estados Unidos (el motor mexicano), así como el menor desempeño en las cifras de comercio, ocupación y actividad económica nacional, que dejan de manifiesto que el repunte proyectado para finales de año carecerá del vigor necesario para recuperar lo perdido durante los primeros cuatro meses de 2014.
Las cifras que reportó el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) durante abril pasado manifestaron un crecimiento marginal de 0.5 por ciento respecto del mismo mes del año anterior, cifra considerablemente por debajo de 4.2 por ciento obtenido en igual mes de 2012 y 2013. Esta situación se debió principalmente al crecimiento modesto de las actividades terciarias, las cuales se vieron afectadas por una caída en el comercio de 0.6 por ciento como consecuencia del mal desempeño de las ventas al por menor y al por mayor; así como por el decrecimiento en las actividades secundarias (-0.6 por ciento). En términos acumulados, de enero a abril del presente año el IGAE mostró un avance de 1.6 por ciento, que si bien es ligeramente mejor a los resultados exhibidos durante 2013 (1.5 por ciento), la cifra aún está muy lejos de los niveles alcanzados durante el mismo periodo de 2012 (4.7 por ciento).
Por otro lado, no hay un avance en la reducción del desempleo, ya que la tasa oficial de desocupación en mayo fue de 4.9 por ciento en términos anuales, prácticamente el mismo nivel observado durante el mismo mes de 2013. Adicionalmente, el porcentaje de personas desocupadas que cuentan con educación media y superior, así como la proporción del personal desocupado que cuenta con experiencia (41.3 y 91.1 por ciento, respectivamente) es bastante elevado debido a la incapacidad del mercado laboral mexicano para ofrecer suficientes oportunidades de trabajo con alto grado de especialización, las cuales además de generar un mayor valor agregado para la economía también otorgan una mayor remuneración a quienes las realizan.
Así, advierte el CIEN, es evidente que la presente administración tiene un reto cada vez mayor en cuanto a impulsar el crecimiento y que los beneficios de éste permeen a toda la población. Es de vital importancia elaborar políticas claras y alineadas que busquen forjar una verdadera estrategia de crecimiento en todos los sectores económicos del país buscando la generación de empleos mejor remunerados que fortalezcan el mercado interno y de esta forma la población alcance un nivel de bienestar superior.
Las rebanadas del pastel
Lo suyo es la frivolidad. De plano no puede contenerse, y la familia real se exhibe impúdicamente en revistas y suplementos periodísticos, igual de onerosos que de insustanciales. En las portadas de esos medios la nueva pareja presidencial, más sus cachorros, salvan a México, resultan tontos pero no tanto, pregonan el fin de cursos de la princesa anti prole y redefinen el poder femenino (versión tricolor del empoderamiento de Martita Sahagún), mientras el rey adjunto se atreve a soñar y se compra su premio de ministro del año. Y todos, frescos y contentos, a costillas del erario, alimentado con crecientes impuestos para los súbditos silenciosos.
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