Quien sepa contar, pues que simplemente no cuente a la mexicana entre las economías de América Latina con mayor crecimiento en 2011, el año de la consolidación” (Calderón dixit). Por el contrario, la “robusta”, como le llama Ernesto Cordero, se ubicará en los últimos escalones regionales, con un estimado de 4 por ciento, al lado de potencias como Nicaragua y Guatemala, y apenas por arriba de Honduras y El Salvador. Y la dosis se repetirá en 2012, con lo que el promedio anual en el calderonato se ubicaría en 1.9 por ciento como máximo, muy por debajo del 5 por ciento comprometido en tiempos de la campaña electoral.
Y colorín colorado, este cuento, que no es cuento, no ha acabado, porque en la escalera latinoamericana del crecimiento económico en 2011, México ocupa la posición número 16, de 20 posibles, y por quinto año consecutivo (con ganas de repetir el “logro” en 2012) se ubica en un nivel inferior con respecto al promedio regional. Simplemente como punto de comparación, la economía de Haití, el demolido país caribeño, crecerá el doble que la “sólida” y “robusta” mexicana (8 y 4 por ciento, respectivamente).
Las cifras anteriores no provienen de un enemigo que “habla mal de México” (Calderón dixit), sino de la Cepal, organismo especializado de la ONU que ayer divulgó su Estudio económico de América Latina y el Caribe 2010-2011, en el cual pronostica que el PIB real de México tendrá un incremento de 4 por ciento en 2011, lo que confirma la desaceleración, pues se espera un menor dinamismo de las exportaciones y un impulso moderado de la demanda interna, año en el que continuará la generación de empleo, pero en proporción insuficiente para atender el incremento anual de la población económicamente activa. “Este hecho demuestra la imperiosa necesidad de avanzar en materia de reformas que remuevan los obstáculos al crecimiento, siendo de especial importancia la fiscal, y que además incrementen la inversión y aumenten la productividad”.
El organismo detalla que en 2010 los ingresos totales del gobierno federal disminuyeron 0.2 por ciento en términos reales, producto de la caída de los ingresos no tributarios (-9.6 por ciento), que fue sólo parcialmente compensada por el alza de los ingresos tributarios (7.1 por ciento). No se contó con los ingresos no recurrentes recibidos en 2009, provenientes del remanente de operación del Banco de México, de la recuperación de recursos del FEIP y del programa de cobertura del precio del petróleo. La carga tributaria –sin incluir el petróleo– registró un monto equivalente a 10 por ciento del PIB, una de las más bajas de la OCDE y de América Latina.
La recaudación del impuesto al valor agregado (IVA) ascendió 18.8 por ciento en términos reales, producto del aumento (temporal, según la versión oficial) de la tasa del 15 al 16 por ciento, aplicable a partir de 2010, y a la reactivación económica. De manera similar, la tasa impositiva máxima del impuesto sobre la renta (ISR) pasó de 28 a 30 por ciento, y permitió un incremento real de 12.6 por ciento de la recaudación de este gravamen. Los impuestos a las importaciones tuvieron una disminución real de 22.1 por ciento, principalmente por la apreciación del peso. Los ingresos petroleros totales se elevaron 6.9 por ciento en términos reales, debido a que el alza de los precios compensó el efecto de la reducción del volumen exportado y de la apreciación cambiaria.
En 2010, el incremento de 746 mil empleos formales no fue suficiente para atender al millón 200 mil mexicanos que anualmente se incorporan al mercado laboral, con lo que la proporción de personas subocupadas y empleadas en la economía informal se mantuvo elevada (7.6 y 27.2 por ciento de la población económicamente activa, respectivamente). La industria de transformación y el comercio fueron los sectores que generaron en 2010 el mayor número de nuevos puestos de trabajo formales. El salario mínimo real (promedio anual de los salarios mínimos generales) tuvo un ligero incremento anual de 0.9 por ciento, mientras el salario medio real por persona ocupada en la industria manufacturera disminuyó 0.8 por ciento. Ese mismo año el PIB por habitante reportó un crecimiento de 4.4 por ciento, proporción que ni lejanamente alcanzó para compensar el desplome de 7.1 por ciento en 2009, con lo que a lo largo del calderonato este indicador reporta un espantoso cero por ciento de “crecimiento”, contra un promedio latinoamericano de 2.2 por ciento.
La Cepal apunta que el endeudamiento interno fue la principal fuente de financiamiento del déficit del sector público federal mexicano (tres cuartas partes del nuevo endeudamiento), que incluye la deuda neta del gobierno federal, de los organismos y las empresas controladas, y de la banca de desarrollo. Al cierre de 2010, la deuda neta del sector público federal se ubicó en 31 por ciento el PIB (un punto porcentual más de lo observado al cierre de 2009), por debajo del promedio de los países de la OCDE, pero por encima del promedio latinoamericano.
El crecimiento económico en México (5.5 por ciento) en 2010 resultó inferior al promedio regional (5.9 por ciento), y se mantuvo muy alejado de las primera posiciones latinoamericanas: Argentina, 9.2 por ciento; Brasil, 7.5; Paraguay, 15; Uruguay, 8.5; Panamá, 7.5; Perú, 8.8, y República Dominicana, 7.8, naciones que en 2009 ni lejanamente tuvieron un desplome económico como el mexicano.
Por el lado de los términos de intercambio, la Cepal indica que en 2010 los países exportadores de minerales y metales (Chile y Perú) y de hidrocarburos (Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela) resultaron ser los más beneficiados con el alza de precios de sus exportaciones, seguidos por los países miembros del Mercosur. México, al ser principalmente un exportador de bienes manufacturados, percibió ganancias menores, mientras los países de Centroamérica, importadores netos de alimentos y productos energéticos, sufrieron un deterioro de los términos de intercambio. En términos generales, América Latina registró una mejora de los términos de intercambio de 8.1 por ciento en el año citado (2.8 por ciento para el caso mexicano).
Que poca!!!!
Otra aventura de “percepciones”: dice el inquilino de Los Pinos que las “mejores condiciones de vida” en el país lograron reducir el número de mexicanos que emigran al norte en busca de empleo; por su lado, la OCDE documenta que, en realidad, tal reducción simplemente ha sido resultado de la profunda crisis en el vecino del norte y el endurecimiento de los controles fronterizos (adivinen cuál es la versión correcta).