Con más ganas interpretativas que hechos concretos, la estadística laboral del Inegi (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, ENOE) asegura que de enero de 2011 a igual mes de 2012 el número de mexicanos en desocupación abierta disminuyó en 137 mil”, de tal suerte que –según su lectura– ese lacerante cuan creciente problema de la realidad nacional tendería a “solucionarse” paulatinamente. Gracias por la dosis de optimismo, pero la realidad es muchísimo más drástica que la buena voluntad de algunos. En los hechos, y considerando no un mes, sino el calendario calderonista en pleno, el balance es por demás desastroso: la desocupación abierta se ha incrementado 56 por ciento; la subocupación, 35.5 por ciento; las condiciones críticas de ocupación, 38 por ciento, y el ejército de informales, 24 por ciento.
Ese es el resultado concreto en materia laboral, luego de 62 meses de estancia en Los Pinos (hasta enero pasado), así que disminuir, lo que se llama disminuir, no se ve por dónde. Más de 6.4 millones de mexicanos adicionales se encuentran en alguna de las categorías laborales referidas (de la desocupación abierta a la informalidad, sin considerar a los exiliados económicos). Y para quienes milagrosamente se han colado al mercado laboral, la norma ha sido la creciente precarización del empleo (cada vez menos prestaciones de ley, caída de los salarios, mayores jornadas de trabajo por el mismo ingreso).
Rotundo éxito del calderonato: “los resultados de la ENOE de enero de 2012 revelan el excesivo descuido del mercado laboral; una vez más, estas cifras reflejan la precariedad de su estado. El ‘sexenio del empleo’ está por culminar con ocupación informal para cerca de 14 millones de mexicanos, condiciones críticas de trabajo para 6.2 millones, subocupación para 4.2 millones y desocupación para 2.5 millones. Lo descrito contrasta con la modesta creación de 1.1 millones de nuevos empleos permanentes formales (a lo largo de todo el calderonato), incluso considerando los eventuales apenas se generaron 1.5 millones de nuevos empleos formales. La escasa creación de empleo y la mayor desocupación se ha dado en detrimento de la calidad laboral de los trabajadores mexicanos, algo que no se reconoce en el discurso oficial”, como apunta el Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México (La precariedad laboral en cifras) en su más reciente análisis.
La proporción de mexicanos que labora en la economía informal representa un segmento poblacional mayor al de casi todas las actividades productivas, exceptuando únicamente al sector servicios. En el caso de las condiciones críticas de ocupación la gente en dicha condición supera a la ocupada en el sector de la construcción, incluso al textil, y así por el estilo. “Los resultados de enero muestran que 16 entidades federativas tienen tasas de desocupación superiores a la media nacional. Solamente cuatro en un escenario similar al de la media nacional (Baja California Sur, Colima, Hidalgo y Jalisco) mientras en un tercer nivel se tienen a 12 estados cuyos niveles de desocupación se encuentran por debajo del promedio”.
Tamaulipas es la entidad con el nivel más alto de desocupación, con una tasa de 7.08 por ciento de la población económicamente activa. Le sigue Aguascalientes, Baja California y Chihuahua. En este sentido, cerca de la mitad de los estados de la República se encuentran en una situación de desocupación superior a la de la media nacional. Dentro de este escenario se ubican principalmente estados del norte y el centro del país, como el estado de México y el Distrito Federal. Paradójicamente, el nivel de desocupación en el sur se encuentra por debajo de la media nacional, particularmente en estados con mayor incidencia en pobreza como Chiapas y Oaxaca, con niveles de desocupación de 2.31 y 2.69 por ciento, en cada caso. Yucatán y Guerrero también presentan una cifra considerablemente por debajo de la nacional: 2.87 y 2.32 por ciento. Una posible causa de esta singularidad puede encontrarse en la migración hacia otras entidades de la República, o Estados Unidos.
Al desastroso balance laboral se suma la creciente inflación: bajos salarios y crecientes precios, roto con descosido. Como señala el CIEN, “el índice general de inflación para la primera quincena de febrero del presente año aumentó con respecto al periodo previo. Dicha situación se encuentra fuertemente vinculada con la evolución del componente no subyacente, particularmente por las presiones inflacionarias provenientes del sector agropecuario, el cual exhibe un incremento de más del doble con respecto a 2011 (3.18 por ciento en 2011 a 6.7 por ciento en 2012), así como por la constante alza percibida en el rubro de los energéticos. Considerando algunos productos básicos para la alimentación, se aprecian incrementos significativos. El aumento de la leche ha sido marginal, en tanto que el maíz, el pollo, la carne de cerdo y de res y el huevo experimentan variaciones sustanciales con respecto a los periodos previos de 2011 y 2010. El frijol representa un caso especial, ya que es un producto fundamental en la dieta de los mexicanos: presenta un alza en los precios de 47.98 por ciento en la primera quincena de febrero de 2012. El escenario previo condiciona el bienestar de millones de mexicanos que se encuentran en la pobreza de alimentación (28 millones en 2010, según la última medición realizada por el Coneval) y confirma la importancia en el desarrollo de una agenda dedicada a la solución del problema de alimentación de la población”.
Un análisis de la inflación de la primera quincena de febrero de 2012 revela incrementos superiores al objetivo del Banco de México en cerca de 20 por ciento de las ciudades estudiadas. Los mayores incrementos para dicho periodo se registran en Iguala (6.6 por ciento), Tulancingo (5.8), Cortázar (5.6), Tlaxcala (5), Fresnillo (4.9), Tapachula (4.8), San Luis Potosí (4.7), Durango (4.7), Puebla (4.6) y Culiacán (4.6).
En sentido contrario aparecen Torreón, Tuxtla, Tampico, Tepic, Mexicali, Guadalajara, Toluca, entre otras pocas. En fin, salarios y empleo a la baja e inflación al alza, especialmente en alimentos, combinación perfecta para la estabilidad social.
Las rebanadas del pastel
Eso sí, no todos sufren: “desde el inicio de la actual administración federal, empresas y particulares mexicanos transfirieron al exterior recursos por casi 20 mil millones de dólares para ser abonados a cuentas bancarias” (Banco de México), monto 150 por ciento superior al registrado en el sexenio foxista (La Jornada, Roberto González Amador)… Un enorme beso para mi amada cucufata, por su sexta velita.
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Cartones Internacionales.