La involucion presidencial de Mêxico.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Deudas Estatales.


























Carlos Fernández-Vega (La Jornada) 


Primero en la grilla prelectoral del año pasado, y más adelante ya en plena campaña por Los Pinos en 2012, los vociferantes propagandistas del Partido Acción Nacional enfocaron sus gritos en contra de la voluminosa deuda de Coahuila y de quien señalaron como responsable, Humberto Moreira (ex gobernador de la entidad y posteriormente efímero dirigente nacional del tricolor). A los blanquiazules se les dijo una y otra vez que el explosivo problema de la deuda de los estados no sólo correspondía a la citada entidad federativa, sino que incluía a las 31 restantes, pues su saldo creció de forma espeluznante sin que resultado positivo alguno avalara tal situación.

Pero en el PAN no hicieron caso, les valió la obviedad, y duro que te dale siguieron con el tema de Moreira –al que lograron desarticular– y la deuda coahuilense. La campaña electoral llegó a su fin y junto a ella la presencia blanquiazul en Los Pinos, pues su derrota en las urnas fue estrepitosa. Y colorín colorado, para los panistas el asunto se acabó, mientras se enfrascaban en su grilla interna y en el reparto de culpas. Y todos fueron felices e impunes, menos los habitantes de Coahuila que siguen cargando el voluminoso fardo.

Hasta allí llegó la capacidad de análisis y el grado de indignación de los panistas. Pero no contaban con la astucia de los tricolores (quienes, a su vez, en tiempos electorales enfocaron sus baterías en contra de Felipe Calderón y el escandaloso incremento de la deuda pública, interna y externa, durante su estadía en Los Pinos): días atrás, un grupo de senadores priístas planteó la urgente necesidad de crear un fondo contingente (una suerte de Fobaproa, o de Fideliq, si se prefiere) para rescatar a los estados y municipios agobiados por los elevadísimos niveles de endeudamiento que reportan, y dejando a un lado a los responsables de tan peligrosa situación. La propuesta se complementa con una petición para que en 2012 aumenten las aportaciones federales hacia las entidades, y todo el mundo contento.

El problema aquí es conocer dónde estaban los gritones blanquiazules, dónde los siempre propositivos tricolores y dónde la vigilante Secretaría de Hacienda (que con el mismo tema también participó en las grillas electorales), pues desde hace muchos años el asunto de la deuda de estados y municipios se tornó explosivo. Entre los tejes y manejes bipartidistas y en ocasiones tripartidistas lo dejaron crecer sin empacho alguno, hasta elevar el monto de dicho débito a niveles inmanejables. Y en el centro del enjuague y del negocio, los banqueros y su eternamente caritativa oferta de prestar dinero a quien lo necesite.

Todos están metidos en el armado de esa bomba de tiempo, cuya mecha es ya extremadamente corta, y como la situación es de sumo delicada, los creativos del sistema proponen un rescate más en el que nadie resulte salpicado, porque para eso sirven los mexicanos y sus dineros. A lo largo del sexenio calderonista, el saldo de la deuda de los estados se incrementó la friolera de 150 por ciento, lo que ya es de locos, pero de la mitad del salinato para acá tal aumento supera el 2 mil por ciento, y resulta que nadie se dio cuenta, nadie lo registró y, mucho menos, nadie intento frenarlo.

La dependencia de las arcas estatales es brutal: 90 centavos de cada peso presupuestal que obtienen los estados de la República provienen del erario nacional, del presupuesto federal, por medio de aportaciones y otras transferencias. Las entidades y los municipios prácticamente no captan nada, y su liquidez depende del centro, dineros que mayoritariamente se utilizan para el creciente pago de nómina burocrática y, desde luego, los excesos del señor gobernador y su corte. Y eso tampoco es novedad, por ser práctica secular. ¿De dónde, pues, sale el dinero para las obras que adornan las diferentes administraciones estatales? Del endeudamiento, el cual, por lo visto, tampoco se utiliza para fines productivos, ni para impulsar la economía y menos para incrementar el bienestar social de sus gobernados. ¿Dónde, entonces, está el voluminoso endeudamiento y cuál fue su destino real?

Con Humberto Moreira instalado en el palacio de gobierno (primero de diciembre de 2005 al 4 de enero de 2011), la deuda de Coahuila se incrementó 2 mil 500 por ciento, al pasar de 323.6 a 8 mil 267 millones de pesos. Su relevo fue Jorge Torres López (secretario de Desarrollo Social del profesor bailarín), quien concluyó la administración (11 meses después de la salida de Humberto Moreira) con un saldo de 36 mil 500 millones de pesos en la deuda estatal. Se supone que el brutal endeudamiento de la entidad fue para impulsar la economía y sus fines productivos, pero en los hechos el logro fue una tasa anual promedio de crecimiento de 1.5 por ciento en el periodo citado. ¿Dónde quedó el dinero?

Terrorífico el sexenio de Moreira (quien ahora intenta defenderse mediante un video) y sucesor (más lo que acumule el hermano Rubén), pero ni de lejos es el único. Guanajuato, Veracruz y Michoacán, por ejemplo, pero en todas partes se cuecen habas. Gobiernos estatales panistas, priístas y perredistas procedieron de igual forma a lo largo y ancho de la República endeudada, y lo peor del caso es que el crecimiento de dicho débito ha sido inversamente proporcional a los resultados económicos y sociales en esas mismas entidades, cuyos habitantes, les guste o no, se ven obligados a pagar la factura (doble si fructifica el intento de rescate propuesto por el PRI).

Y ahora que ya se dieron cuenta del tamaño de la bronca estatal y proponen el rescate, pretenden fingir demencia sobre lo que sucede a nivel federal en el mismo renglón: con Felipe Calderón en Los Pinos, la deuda pública, interna y externa, se incremento 160 por ciento, o si se prefiere 15 puntos porcentuales del PIB, y el resultado fue el mismo que en las 32 entidades de la República: sin crecimiento económico, sin empleo, sin ingreso, sin bienestar social, sin desarrollo, pero con enormes negocios privados para la clase política y los amigos del régimen, y la voluminosa factura para los mexicanos.

Entonces, ¿dónde quedó la deuda estatal? ¿Dónde la federal? ¿Do quedó el oro? El endeudamiento en niveles históricos, al igual que el bienestar de los mexicanos, con la salvedad que en el primer caso es para arriba y en el segundo para abajo. Y todavía quieren rescate, sin responsables.

Las rebanadas del pastel Del discurso desapareció hace 30 años; de la práctica muchísimos más. Por ello, surge la duda: ¿ayer se conmemoró el 102 aniversario de la Revolu… qué? 


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