Antonio Gershenson (La Jornada)
Se iba a llevar a cabo una reunión de PRI, PAN y PRD para establecer puntos en común, entre ellos la cuestión petrolera. Es fundamental que en ella no se entregue el petróleo.
Sin embargo, hay varios hechos en torno a eso, de funcionarios de Pemex, y de otros de la CFE. Cosas que ya están ocurriendo, no esperan a acuerdos.
Funcionarios de Pemex están contratando grandes cantidades de gas natural a ser importadas de Estados Unidos. El costo del gasoducto, según se ha publicado, es de 60 por ciento arriba de los precios reales. El proyecto en cuestión, Los Ramones, cuesta 3 mil millones de dólares. Como podrían los funcionarios ser salientes, tienen prisa por cobrar sus respectivas mordidas.
Los funcionarios del sector eléctrico no se quedan atrás. Ya hemos hablado de sus planes de importaciones de gas natural desde Estados Unidos para plantas eléctricas en el norte y noroeste. Ahora, se publica la importación masiva a través de un gasoducto de un punto cerca de Tucson, Arizona, a Sasabe, en el mismo estado, en la frontera con México. El ducto, de 36 pulgadas de diámetro, sería construido por Sempra. ¡Qué raro, después de tantos negocios!
Se les hace poquito, y va otro gasoducto desde Estados Unidos. La empresa extranjera base es Trans Canada Corp., es de 30 pulgadas y de 329 millas desde El Encino, Chihuahua, hasta Topolobampo, en Sinaloa.
Y va el tercero. También de Trans Canada. De 24 pulgadas y desde El Oro hasta Mazatlán. ¿Por qué tanta prisa? Se acaba el sexenio... y debe dar tiempo de cobrar también en estos casos, antes de que nos quedemos sin hueso, si eso sucede.
La entrega a la empresa Mexchem de parte del Complejo Pajaritos, de petroquímica, también se frustra a última hora, cuando ya estaba virtualmente entregado.
¿Cómo se presentan ahora las cosas en adelante?
Los más cercanos al futuro gobierno (al escribir el artículo) sólo dicen que hay que compartir parte de la propiedad de Pemex con empresas privadas. Cuando el entonces candidato dijo en Brasil que ese modelo lo debíamos seguir. Lo que sucedió ahí, ya en el siglo pasado, fue que un gobierno de derecha vendió parte de las acciones de Petrobras a particulares, y el siguiente gobierno, de Lula, condenó esa medida, que de nada sirvió.
En México, Pemex se ha asociado con empresas privadas, por acciones. Luego, ha comprado acciones de una trasnacional española, lo cual le ha resultado muy caro. En ninguno de estos casos, se ha visto ningún beneficio para Pemex.
Si la intención es que en proyectos específicos haya asociación entre Pemex y una empresa privada con inversión, entonces habría que establecer la propiedad del proyecto. Esto implica subdividir, hacer más cachitos, a Pemex, como se ha hecho con las llamadas filiales, que se han usado para eludir a los organismos de control, e incluso están en los llamados paraísos fiscales. La legalidad de estas empresas es, por lo menos, muy discutible, y en algunos casos tienen parte de su propiedad en manos privadas.
Si se trata de los llamados campos maduros que se han entregado a empresas privadas por muchos años, no se ve clara la ventaja si se entregan en propiedad a esas empresas.
En casos como Burgos, que ya se entregaron a multinacionales, por contrato, por muchos años, no se vería la ventaja de entregarlas a ellas en propiedad, pues la inversión ya la hicieron y la producción ya va en declinación.
En casos como Chicontepec, ya se entregaron los tramos a contrato en las mejores condiciones para las empresas, y técnicamente no son rentables. Pemex mete un dineral cada año, y las que ganan son las trasnacionales.
Finalmente, las aguas profundas son las más caras y su producción, en los casos en que exista, tendrá que esperar años.
Se habla de que Pemex puede seguir explotando las áreas más rentables, y que las menos rentables son las que se pueden compartir con empresas privadas. Los ejemplos mencionados muestran los problemas de estos casos.
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