Carlos Fernandez-Vega (La Jornada)
Lástima que no fue sábado el primer día del presente mes, porque los mexicanos ya hubieran celebrado el séptimo aumento en los precios de los combustibles en lo que va del año. Pero no hay por qué desanimarse, pues su anhelo se verá satisfecho dentro de 72 horas, más o menos. Mientras ello sucede, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, reclama –no sin razón, pero tampoco con solución a la mano– por el creciente subsidio federal a los precios de los combustibles.
La dependencia a su cargo estima que a lo largo del presente año del erario saldrían más de 91 mil millones de pesos para subsidiar a los consumidores de gasolinas y diesel, monto que prácticamente duplica al cálculo original para todo 2013. Con todo y los 42 gasolinazos (hasta junio), y contando, que desde 2007 el gobierno federal ha regalado a los consumidores, las autoridades no logran corregir este desajuste, por lo que año tras año crece el río presupuestal destinado al citado fin.
El problema, como documenta la Cámara de Diputados, es que el permanente aumento en los precios de los combustibles revela que los minideslizamientos mensuales de los precios de las gasolinas y el diesel están afectando el poder de compra de la población que vive en el país, porque el bajo nivel del ingreso monetario per cápita, acompañado por un alto consumo por habitante, hace que las personas destinen una elevada proporción de su ingreso a la compra de estos combustibles, en comparación con otros países desarrollados que tienen los precios de estos petrolíferos por encima de los existentes en nuestro país.
En su recién salido del horno Análisis de los precios y de los subsidios a las gasolinas y el diesel en México, 2007-2013 (se puede consultar en diputados.gob.mx), los analistas de San Lázaro subrayan que para mayo de 2013 el diferencial de precios (México-Estados Unidos) en la gasolina Premium se había eliminado. Sin embargo, el deslizamiento cambiario de junio de 2013 generó una nueva conformación del subsidio, y en junio su precio fue más elevado, por 39 centavos por litro, respecto al registrado en Estados Unidos, puesto que los consumidores nacionales lo pagan a 12.03 y en aquel país a 12.42 pesos por litro.
Así, parte del desajuste –como califican en Hacienda, que nunca presenta una alternativa viable, más allá del aumento sistemático de precios– se había superado, pero, ¡sorpresa!, la reciente sacudida devaluatoria echó todo al bote de la basura. Lo mismo sucedió con la gasolina Magna, pues desde el periodo abril, mayo, junio de 2013 su precio en México resultó más elevado que en la Costa Golfo de Estados Unidos por 34, 50 y 16 centavos por litro, respectivamente, lo que significa que durante estos meses el subsidio desapareció. En junio, los consumidores nacionales lo pagan a 11.47 y en aquel país a 11.31 pesos por litro. Con el diesel cambian las cosas, pues en junio su precio en México mantuvo un subsidio de 93 centavos por litro respecto a lo que pagaron los consumidores de la Costa Golfo de Estados Unidos, puesto que los consumidores nacionales lo pagan a 11.83 y en aquel país a 12.76 pesos por litro.
El pronóstico en torno a los precios de los combustibles de referencia al cierre de 2013 apunta a que el gobierno federal en México ha decidido mantener un ritmo uniforme de deslizamiento durante los primeros seis meses de 2013, equivalente a 11 centavos mensuales por litro, de manera independiente del nivel de demanda, la calidad y el uso de cada uno de estos combustibles, lo que significa que el encarecimiento mensual es el mismo independiente del tipo de gasolinas y para el diesel. Así, si decide mantener el mismo ritmo de deslizamiento mensual seguido en el primer semestre del año, para el próximo diciembre el precio de la premium será de 12.69 pesos por litro, la magna de 12.13 pesos y el diesel costará 12.49 pesos por litro; los tres combustibles serán 1.32 pesos por litro más caro, en promedio, con respecto al observado al cierre de 2012, o si se prefiere, un incremento cercano a 12 por ciento, casi tres veces por arriba de la inflación.
El análisis de la Cámara de Diputados subraya que la política de deslizamiento de los precios de petrolíferos incide negativamente en el poder de compra de los salarios de los trabajadores de nuestro país, debido a que su encarecimiento genera que una mayor proporción del ingreso monetario se destine a la compra de estos combustibles, esto sin considerar uno de los problemas de ilegalidad más recurrentes que enfrenta la población en general, y que consiste en que prácticamente todos los expendios venden litros incompletos. Esta última práctica impacta adversamente por el lado del ingreso, teniendo el efecto final de una carga impositiva adicional o de un sobreprecio por cada litro de gasolina o diesel adquirido.
El análisis comparativo internacional del impacto microeconómico revela que los minideslizamientos mensuales están afectando el poder de compra de la población en México, debido a que el ingreso monetario per cápita nacional es inferior al que reciben los habitantes que viven en la mayoría de los países desarrollados de Europa, Asia y algunas naciones de América Latina, con una actividad económica similar a la nuestra. Estos consumidores soportan altos precios de los combustibles automotrices, superiores a los observados internamente, porque la mejor distribución de la riqueza genera que sus percepciones monetarias sean mayores a las registradas domésticamente.
Por el lado macroeconómico, el subsidio a las gasolinas y el diesel incide negativamente en la recaudación del impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS), porque cuando el petróleo se encarece, el diferencial de precios entre ambos países se amplía, teniendo como efecto final que la tasa de este impuesto disminuya, registrándose una recaudación negativa del mismo. El ritmo de deslizamiento de los precios de las gasolinas y el diesel se ha acelerado para detener la caída en la recaudación del IEPS, el cual tiene una naturaleza regresiva, porque su distribución beneficia en mayor proporción a los hogares con los ingresos más altos, que son los que realizan el mayor consumo de combustibles automotrices.
Ese es el panorama, pero en el gobierno federal nadie atina a encontrar soluciones de largo plazo como construir refinerías, por ejemplo. Sólo aumento permanente –de subsidios y precios–, y así tarde que temprano algo reventará.
Las rebanadas del pastel
¿También nos quieren modernizar al IMSS?
cfvmexico_sa@hotmail.com