Carlos Fernández-Vega (La Jornada)
Difícilmente pueden ocultarse bajo la alfombra 119 mil toneladas de mineral de hierro, que no se obtiene excavando con las uñas; tampoco ese volumen se produce en cuestión de minutos, ni su traslado de las minas a los puertos se hace en un abrir y cerrar de ojos. De igual manera, es imposible esconder 2 mil millones de dólares en la alacena ni guardar maquinaria pesada en la jaula del canario. Intentarlo sería absurdo… pero no en Michoacán.
A principios de noviembre de 2013 el gobierno federal tomó y militarizó el puerto industrial de Lázaro Cárdenas, Michoacán, ante la creciente actividad exportadora de los caballeros templarios (millones de toneladas de mineral de hierro para China) y la connivencia de las autoridades portuarias. De hecho, en aquella ocasión lo que queda del gobernador Fausto Vallejo dijo que se estaba explotando la minería en forma inmisericorde, donde salía el mineral y no salía ni en barcas ni en lanchas. Lo hacía por el puerto, por la aduana y se embarcaba.
Transcurrió el tiempo y nadie detuvo la floreciente actividad exportadora de los caballeros templarios. De hecho, el pasado 3 de enero La Jornada publicó que “en un pequeño pueblo escondido tras caminos montañosos, a una hora de Lázaro Cárdenas, el cártel (los caballeros templarios) reunió este año (2013) cientos de camiones para llevar el mineral (de hierro) al puerto, reveló un trabajador local. El pueblo se llama Arteaga y allí nació Servando Gómez, La Tuta… Los camiones de la banda se movieron rápidamente por las minas de hierro de Michoacán para satisfacer la demanda china, lo que contribuyó a aumentar las exportaciones del mineral a 4 millones de toneladas hasta octubre, desde entre 1 y 1.5 millones de toneladas en años anteriores”.
Detalló que “el negocio se apoya en varios pilares, según testimonios de funcionarios locales, mineros y empresarios. En primer lugar, los caballeros templarios controlan el movimiento del mineral. Tras volverse el grupo dominante en la ciudad hace algunos años, el cártel exigió a las cooperativas locales de transporte pagos a cambio de protección. También ayudaron a los extractores locales a apropiarse de áreas mineras que no habían sido reclamadas por otros, o que estaban fuera del control de los propietarios de concesiones. Luego de eso, los caballeros exigieron su cuota. Finalmente, el cártel presionó a funcionarios de aduanas para asegurar que el mineral de hierro pasara por el puerto sin problemas. “La mayor parte de los grupos que se dedican a la minería son caballeros templarios o pertenecen a ellos. Tienen toda la cadena, señaló un funcionario local que pidió no ser identificado. Alimentada por el apetito de los compradores en China, casi la mitad de la actividad minera en la zona fue realizada sin los permisos adecuados en 2013, indicó el funcionario”.
Como en este espacio se ha documentado, Michoacán aporta 25 por ciento del mineral de hierro del país, y las mayores productoras de mineral de hierro en el estado son las trasnacionales Mittal Steel (que se quedó con Sicartsa) y Ternium (consorcio ítalo-argentino que se quedó con Hylsa), sin dejar a un lado a Minera del Norte (subsidiaria del Grupo Acerero del Norte, propiedad de Alonso Ancira), y las también trasnacionales Pacific Coast Minerals (Estados Unidos) y Endeauvour Silver (Canadá). En ellas se concentra la producción que, quién sabe por qué, termina en manos de los caballeros templarios y se exporta a China desde el puerto de Lázaro Cárdenas, a la vista de la presunta autoridad (gobiernos federal y estatal, responsables del fisco, las aduanas y los puertos, los militares y marinos. La PGR y la PGJE y, desde luego, la Policía Federal).
Pero el negocio siguió boyante, y es de suponer que se ha incrementado sustancialmente la exportación de mineral de hierro a China (4 millones de toneladas de enero a octubre de 2013), porque nadie movió un pelo para frenar esta jugosísima actividad ilícita… hasta que apareció el súper poderoso comisionado federal para la seguridad de Michoacán, Alfredo Castillo Cervantes, quien con toda la información relativa a este caso, publicada desde cuando menos noviembre de 2013, apenas encontró el 2.9 por ciento del total de mineral de hierro exportado a la tierra de Mao.
Con bombo y platillo, el susodicho funcionario anunció el pasado lunes que “autoridades federales y estatales decomisaron en la zona portuaria de Lázaro Cárdenas 119 mil toneladas de hierro y embargaron 124 máquinas pesadas de procedencia extranjera, utilizadas para procesar y transportar minerales, correspondientes a nueve patios de acopio, de las cuales no se ha acreditado su estancia legal en el país… Las investigaciones arrojaron que los patios de acopio estaban siendo utilizados para almacenar una gran cantidad de material que podría ser de procedencia ilegal, por no contener los permisos y la documentación correspondiente que avale su extracción, almacenamiento y exportación”.
Tan certero fue el operativo, que Castillo se cura en salud y advierte: podría ser de procedencia ilegal, cuando se ha documentado que potencialmente se exportan ilegalmente 5 millones o más de toneladas de mineral de hierro. Pero él sólo encontró 119 mil de ellas, aunque ningún responsable de este teje y maneje, salvo seis chinos de a pie, quienes deberán acreditar su estancia legal en el país. Ni siquiera se enteró si éstos tienen visa o no.
Cuatro meses transcurridos desde que el gobierno federal militarizó Lázaro Cárdenas, y el resultado es verdaderamente pírrico: a duras penas, y más con fines mediáticos, incautó el 2.9 por ciento del volumen de mineral de hierro exportado ilegalmente a China, que se almacenó en el puerto sin que nadie lo registrara, se transportó en cientos de voluminosos camiones que nadie vio, y por personas que nunca existieron, mientras las exportaciones van viento en popa.
Así se confirma, por si hubiera duda, que en este país hay robos, pero no ladrones; fraudes, pero no defraudadores; violaciones, pero no violadores; minerales, pero no barones de la minería implicados y, en fin, crímenes, pero nunca criminales. Y cuando los hay, nadie los encuentra. Tampoco se sabe a ciencia cierta quiénes son los templarios, quiénes las autodefensas y quién el gobierno, o lo que es lo mismo, todo están en el ajo.
Las rebanadas del pastel
En este mismo contexto hagan sus apuestas: en el caso de Oceanografía, no habrá impunidad y se aplicará rigurosamente la ley (Pedro Joaquín Coldwell, secretario de Energía y presidente del consejo de administración de Pemex). En fin, el México de todos los días.
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