Carlos Fernandez-Vega (La Jornada)
El autodenominado presidente del empleo prometió y prometió, y en los hechos, como en tantas otras áreas, incumplió e incumplió: seis años de permanente deterioro en las condiciones laborales de los mexicanos, desocupación creciente, bajos salarios, informalidad galopante y demás gracias son sus resultados concretos en este sector. Felizmente su periodo llega a su fin, pero hereda condiciones verdaderamente críticas que difícilmente se revertirán a corto plazo, en especial si el siguiente gobierno aplica la misma política y se aferra a la llamada reforma laboral, cuyo único objetivo es precarizar más el mercado del trabajo, ante la complacencia e inmovilidad del sector obrero (más complaciente e inmóvil que, incluso, en los tiempos tricolores).
De lo anterior da cuenta el más reciente análisis del Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Instituto Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, que dirige José Luis de la Cruz Gallegos, bajo el título La herencia del sexenio: precarización del mercado laboral, del que se toman los siguientes elementos. Va, pues.
La precarización del mercado laboral continúa su avance, y con ello la marginación que enfrentan millones de trabajadores mexicanos. Las cifras del Inegi son contundentes: una moderada disminución en la tasa de desocupación se da en función del aumento en la precarización de las condiciones laborales. Para el segundo trimestre de 2012, la población económicamente activa es de 51 millones de personas, de las cuales 48.4 millones tienen una ocupación. En apariencia no existe un gran problema: 2.5 millones no tienen trabajo, una cifra inferior a lo observado en otros países con un PIB similar al de México. Sin embargo, el desequilibrio en nuestra nación no es algo menor.
Lo primero a resaltar es que de ese total, solamente 17 millones de mexicanos cuentan con una fuente laboral que les proporciona acceso a la seguridad social, por lo que la mayoría, más de 31 millones, no tiene esa prestación básica para su familia. Además, 15 millones de personas no tienen un contrato legal que los vincule con sus patrones, por lo que mantienen una relación laboral altamente volátil. El marco de ocupación precaria lo cierran tanto la economía informal como el universo que comprenden los micro negocios. En el primer caso se tiene a 14.2 millones de mexicanos, aquellos que no han encontrado una oportunidad de trabajo en el mercado formal y que para salir adelante han debido buscar una fuente de ingresos en la informalidad. En el segundo aspecto se tiene a casi 20 millones de trabajadores, donde cerca de 11 millones laboran en micro negocios sin establecimiento. En el último aspecto se tiene a gente que trabaja en la calle, y que fundamentalmente carece de prestaciones sociales.
Más delicado es el hecho de que las remuneraciones también se encuentren a la baja. El número de personas que percibe más de tres salarios mínimos se redujo en más de medio millón durante el último año, al mismo tiempo de que se elevó el total de quienes, en el mejor de los casos, perciben un salario mínimo (800 mil más). Lo descrito sintetiza la caída en el pago otorgado a los trabajadores, situación que es grave dado que se da en un entorno de crecimiento económico. En consecuencia no se tiene una mejora en la distribución de la riqueza, y por el contrario se observa un aumento en la pobreza, aún de las personas que tienen una ocupación.
La generalización de la precarización puede observarse en cifras como las asociadas a los 6. 7 millones de personas que cuando mucho reciben un salario mínimo, o los 3.1 millones que no reciben remuneraciones. De igual manera se debe tomar en cuenta que hay 11.3 millones de trabajadores que tienen un ingreso de entre uno y dos salarios mínimos, algo insuficiente para mantener a una familia fuera de la pobreza. En suma, se tiene a 20 millones que viven en la marginalidad laboral por lo bajo de sus ingresos, 1.7 millones más que durante el segundo trimestre de 2011. Parte del problema se genera por la reducción de la jornada laboral. En el último año, 3.5 millones de trabajadores se ocuparon por menos de 15 horas a la semana, 500 mil adicionales. Otros 9.6 millones laboraron entre 15 y 34 horas, cifra superior en 600 mil personas a lo contabilizado en 2011. Una jornada laboral reducida implica ingresos y prestaciones igualmente bajos.
A lo anterior se suma el incremento en la inflación, la cual está impulsada por la elevación en los precios de los alimentos, algo que exacerba la precariedad en la que vive la población que recibe menos de dos salarios mínimos como pago a su trabajo. En los siguientes meses los desequilibrios podrían agudizarse, esencialmente porque la desaceleración económica tocará a más sectores productivos, algo que un gasto de gobierno improductivo no podrá evitar.
Los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo para el segundo trimestre de 2012 revelan un escenario de contradicciones. Pese a la relativa estabilidad macroeconómica se sigue apreciando la incapacidad del aparato productivo mexicano para generar empleos de calidad suficientes para toda la población. En primera instancia se aprecia un incremento de la población ocupada en poco más de 2 millones de personas respecto a 2011. En segundo término se tiene una reducción en la tasa de desocupación, la cual pasó de 5.2 por ciento en el segundo trimestre de 2011 a 4.8 para el mismo periodo de 2012. Si bien lo anterior es positivo, existen elementos que deben observarse de manera más detallada y que indican un aumento en la precarización laboral, uno de los cuales es el incremento de las personas que laboran en la informalidad.
Para el segundo trimestre de 2012, 14.2 millones de mexicanos encuentran en el sector informal su único medio de subsistencia, es decir, cerca de 30 por ciento de la población económicamente activa se emplea en condicionales laborales marginales. Además, la vinculación de los mexicanos con el mercado laboral no necesariamente va de la mano de un empleo que garantice mejores condiciones de vida. Dicha situación se ve reflejada en la agudización de la pobreza y propicia el deterioro del débil mercado interno.
Otro síntoma de la precarización laboral se observa con el incremento de los trabajadores sin contrato escrito. Poco más de 15 millones de mexicanos se encuentran en esta condición, lo cual deja vulnerable un gran segmento de la población a los abusos que se puedan presentar en materia laboral. Finalmente, se tienen a los 31 millones de mexicanos que tienen ocupación pero no reciben la prestación de seguridad social, algo que representa una contradicción con las necesidades de elevar el bienestar de la población.
Las rebanadas del pastel
En fin, la Presidencia del empleo.
cfvmexico_sa@hotmail.com
Cartones Internacionales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario