Carlos Fernández-Vega (La Jornada)
Todo indica que para la clase gobernante la solución de los grandes problemas nacionales es cuestión no de poner manos a la obra y hablarle de tú a la realidad, sino de paciencia, de esperar que algún día caiga un relámpago divino en territorio nacional y que por arte de magia resuelva en automático el cúmulo de asignaturas pendientes. Al inicio de cada uno de los cinco sexenios al hilo, con igual número de inquilinos en Los Pinos, que acumula la era neoliberal en México se han escuchado los mismos programas de acción para atender el mismo inventario de prioridades, sin que a la fecha ninguna de ellas se haya solventado, tal vez porque el rayo nunca aterrizó ni la magia hizo acto de presencia.
Ya viene el sexto de la temporada, y desde ya repite el numerito. Se escucha al Presidente electo delinear las prioridades y los grandes objetivos de su gobierno, que no son otros que los periódicamente enumerados por sus cinco antecesores. Desde luego que, ahora como antes, nadie podría estar en contra de que se atiendan positivamente dichas prioridades y objetivos. Por el contrario, urge de urgir, pero se ha prometido tanto atenderlas y cumplirlos que ya parece choteo. ¿Cuáles serían los ejes de acción del gobierno peñanietista?: reducir significativamente la pobreza extrema; elevar la calidad, cobertura y equidad en la educación; triplicar la tasa de crecimiento económico de la última década; recuperar el liderazgo de México en el mundo; y (faltaba más) mejorar la seguridad, con énfasis en la disminución de la violencia.
Como se observa, son lineamientos no sólo válidos, sino de urgente atención y solución, pero el problema es que en cinco ocasiones consecutivas esas prioridades y grandes objetivos no trascendieron el discurso, y en los hechos cada día que pasa México económicamente crece menos, aumenta la pobreza, se deteriora la calidad educativa, se aleja del citado liderazgo y se torna más violento. Así, no es suficiente enumerar las asignaturas pendientes ni priorizarlas en el discurso, y eso es exactamente lo que ha hecho el próximo inquilino de Los Pinos, el sexto en turno, quien -nada raro sería- parece estar en espera del relámpago divino, porque más allá de sus enunciados no ha dicho cómo lo hará.
En vía de mientras, el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas reporta que con información oportuna a julio, el indicador adelantado (cuya función es la de anticipar la posible trayectoria del estado general de la economía) se reportó, por cuarto mes consecutivo, en fase de desaceleración al registrar un valor de 100.26 puntos y contraerse 0.05 puntos respecto al mes anterior. El desempeño de este indicador fue consecuencia de que las exportaciones no petroleras se situaron en la fase de desaceleración; mientras que la tendencia del empleo en las manufacturas y la de la tasa de interés interbancaria de equilibrio se localizaron en fase recesiva.
Los componentes del Sistema de Indicadores Cíclicos, divulgados por el Inegi revelan que aunque la economía mexicana se encuentra en fase de expansión, se prevé tenga tasas de crecimiento más moderadas en los próximos meses. En particular, en junio de 2012, el indicador coincidente (que refleja el estado general de la economía mexicana) se situó en la fase de expansión, aunque con modestísimo avance de 0.06 puntos. La evolución del indicador coincidente fue consecuencia del comportamiento heterogéneo de sus componentes. El Indicador de la actividad económica mensual, el de la actividad industrial, la tasa de desocupación urbana y el índice de ventas netas al por menor en los establecimientos comerciales se encontraron en la fase expansiva. En tanto que las importaciones totales y el número de asegurados permanentes en el IMSS se ubicaron en la fase de desaceleración. Al respecto, existe la posibilidad de observar una menor dinámica en la generación de empleos formales y una reducción en las importaciones, ya que, con información oportuna para julio, ambos indicadores se hallaron también en la fase de desaceleración.
Por su parte, el sector privado anticipa una mayor actividad económica con crecientes presiones inflacionarias. En la encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado de agosto, levantada por el Banco de México, se pronostica que la expansión económica para 2012 será de 3.75 por ciento, ligeramente superior al mes previo (3.71). Para 2013, la perspectiva mejoró al esperarse un incremento real del Producto Interno Bruto (PIB) de 3.44 por ciento, dato por encima del proyectado en junio (3.4). Aun así, se infiere que la actividad económica nacional continuará perdiendo dinamismo al estimar un crecimiento por debajo del observado en 2010 (5.53 por ciento) y 2011 (3.91).
Ante este panorama, los citados especialistas consideraron una ampliación en el nivel de empleo formal. Para el cierre de 2012, suponen un aumento anual de 643 mil trabajadores asegurados al IMSS, mayor en 15 mil personas a lo de la encuesta anterior (monto que se mantiene por debajo de la estimación máxima de 655 mil asegurados hecha en la encuesta de enero de 2011) y muy lejos de los 800 mil comprometidos por el actual inquilino de Los Pinos. Para 2013, su estimación es de 591 mil plazas, insuficientes para atender la demanda real.
En lo que se refiere a la expectativa inflacionaria, la previsión para el cierre de 2012 continuó con su tendencia ascendente por tercer mes consecutivo y se anticipa sea de 4.01 por ciento, cifra superior en 0.1 puntos porcentuales a la de la encuesta anterior. Además, por primera vez, se ubicó por encima del límite superior del intervalo de variabilidad (2-4 por ciento). Para el cierre de 2013 empeoró en su previsión en 0.06 puntos porcentuales y se colocó en 3.71 por ciento. Así, la expectativa inflacionaria se aleja del objetivo puntual (3 por ciento) y, para el presente año rebasa el límite superior del intervalo de variabilidad establecido por Banxico.
Las rebanadas del pastel
Dice el inquilino de la Casa Blanca que las fuerzas de seguridad enviadas tras los ataques a las misiones diplomáticas estadunidenses se quedarán en Libia y Yemen hasta que sea necesario. Sin embargo, dado el historial depredador y expansionista del ejército gringo, nada raro sería que se tratara de un error a la hora de transcribir el discurso de Barack Obama, y en realidad el en se convierta en con Libia y Yemen.
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