Carlos Fernández-Vega (La Jornada)
La economía nacional está desinflada, deprimida, desconchinflada, pero tiene la gracia de que sus efectos negativos no peguen a todos por igual. Por el contrario, se dan casos –como el documentado ayer por La Jornada (Víctor Cardoso)– en los que el paraíso se quedaría corto para ejemplificar lo bien que marchan las cosas para los grandes corporativos que operan en México, los cuales obtienen abultadísimas utilidades netas y algo más.
Resulta que “un selecto grupo de 30 grandes corporativos empresariales obtuvieron utilidades por casi 60 mil millones de pesos durante el tercer trimestre del año, pese a la desaceleración de la economía del país entre enero y septiembre… Con base en los resultados financieros que presentaron a la Bolsa Mexicana de Valores, un reporte de los especialistas de Santander México revela que incluso hubo casos, como los del Grupo Carso y Grupo Bimbo, en el que el incremento de sus ganancias creció a un ritmo de 370 y 315 por ciento, respectivamente. El primer consorcio reportó beneficios por 8 mil 694 millones de pesos, lo que contrasta significativamente con los mil 850 millones también del tercer trimestre, pero de 2012. En el caso de Grupo Bimbo, las utilidades reportadas se ubicaron en mil 527 millones de pesos, contra 368 millones del mismo periodo del año pasado” (La Jornada, Víctor Cardoso).
El edén, pues, porque entre los maravillosos resultados que reporta esa treintena de corporativos no sólo destacan los 60 mil millones de pesos en utilidades netas en apenas tres meses (julio-septiembre de 2013), sino lo que los analistas de Santander no alcanzaron a revisar, o simplemente dejaron fuera del reporte, es decir, el beneficio fiscal, que al cierre de dicho periodo no fue menor a 20 mil millones de pesos en impuestos a su favor (una muestra de 19 corporativos), igual a una ganancia agregada a la oficialmente reconocida de 33.33 por ciento.
¿Quién puede quejarse de ese mágico resultado? Obvio es que los millones de mexicanos que –quiéranlo o no– sí pagan completo al fisco, los que reciben su quincena ya ordeñada por Hacienda o aquellos que nada más cobrar el cheque por honorarios ya tienen al SAT encima. Pero también, a últimas fechas, se retuercen los propios barones que, con todo y sus cabildeo$ en el Congreso, ven cómo de una u otra suerte corren el riesgo de pagar más impuestos, o simplemente pagarlos.
Como parte de la propia información financiera que los consorcios, por ley, hacen pública a través de la Bolsa Mexicana de Valores, aparecen no sólo las ventas y utilidades netas de un periodo dado, sino el saldo (a favor o en contra) de los impuestos diferidos (los que deben al fisco y lo que éste les debe); es decir, causados y no enterados, mecanismo del que no gozan todos los causantes de este país (los menos, de hecho), pero que a los beneficiarios les sirve para muchas cosas.
Así, y más allá de los 60 mil millones de pesos en utilidades netas consignadas en el reporte de Santander, aparecen pasivos por 67 mil 440 millones de pesos en impuestos diferidos (registrados en los pasivos de las empresas) de cuando menos 19 corporativos –los más de ellos citados en dicho reporte–, es decir, lo que esas empresas adeudaban al fisco al cierre de septiembre pasado. Lo anterior resulta escandaloso, sobre todo cuando por estas fechas y dejando a un lado sus diferencias, los barones, el gran capital ha desatado una campaña, por medio de la cual se quejan amargamente de que nos quieren hacer pagar más impuestos.
Si lo anterior resulta escalofriante, la segunda parte es peor, porque, según sus respectivos estados financieros, el fisco les adeuda 87 mil 690 millones de pesos en impuestos diferidos (registrados en los activos de cada una de las empresas), es decir, lo que la autoridad fiscal les debía hasta septiembre pasado, de tal suerte que, en el mejor de los casos, Hacienda no recibiría un centavo, pero sí tendría que desembolsar 20 mil 250 millones de pesos para saldar el asunto.
El Grupo Bimbo, de la siempre pía familia Servitje, adeudaba impuestos diferidos por mil 352.6 millones de pesos al cierre de septiembre pasado, pero el fisco le debía al consorcio 5 mil 163.75 millones, con lo que el moroso resultaría el gobierno y no la empresa. Así, este corporativo reportó utilidades netas, limpias de polvo y paja, por mil 658.6 millones de pesos en dicho periodo, más un remanente fiscal superior a 3 mil 811 millones que administra a conveniencia. Entonces, lejos de que pague impuestos, se los pagan.
Ejemplo sobresaliente, por los montos involucrados, es el de América Móvil, de Carlos Slim, empresa que en el tercer trimestre de 2013 reportó utilidades netas por 16 mil 651 millones de pesos, nada mal en una economía desinflada. Al cierre de septiembre pasado, este consorcio adeudaba al fisco 3 mil 787 millones de pesos, pero éste le debía 52 mil 212 millones de pesos, en números cerrados. ¿En qué momento acumuló tal cantidad, o quién lo permitió?
También se dan casos no tan abismales, como el de Cemex, de Lorenzo Zambrano, cuyo adeudo fiscal al cierre de septiembre pasado ascendió a 13 mil 878 millones de pesos. Un mundo de dinero, cierto es, pero resulta que el fisco le debe al corporativo cementero 13 mil 300 millones, con lo que si a la firma privada algún decreto presidencial no le cancela el adeudo, apenas tendría que pagar 4.16 por ciento de diferencia.
Televisa no podía quedar fuera: al cierre del tercer trimestre del año, el consorcio reportó utilidades netas por 2 mil 632 millones de pesos, y su información financiera revela adeudos al fisco por cero pesos cero centavos, pero el fisco le debe 2 mil 502 millones. El caso de Tv Azteca nos es tan cómodo, pero tiene lo suyo: adeuda 3 mil 463 millones en impuestos diferidos, pero el fisco le debe 4 mil 672 millones, es decir, un poco más de mil 200 millones.
Mientras todo ello sucede, la autoridad fiscal se dedica a corretear a los causantes de a pie.
Las rebanadas del pastel
Y sobre el mismo tema, de nueva cuenta el Ifai ordenó al SAT revelar los nombres de los beneficiarios por la cancelación de créditos fiscales en los últimos seis años. El recaudador se negó, pero el instituto le revira: la condonación es un gasto fiscal que comprende, en términos generales, los montos que deja de recaudar el Estado, por lo que constituye una transferencia de recursos públicos en sentido negativo. También es un beneficio a favor del contribuyente, que implica un gasto público y que como tal debe reportarse.
Twitter: @cafevega
D.R.: cfvmexico_sa@hotmail.com
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