Cuauhtemoc Contreras (Rebelion)
Ser marxista es cosa de cualquiera, no hace falta mucho, a diferencia de los años del stalinismo ahora desde cualquier cándido inconforme hasta cualquier político con ganas de ganar aplausos pueden recurrir a Marx. Lo que tampoco está mal en el fondo. Ya no estamos en los tiempos soviéticos o en los albores de la guerra civil española. Ya no hace falta ser aprobado por la internacional y aprenderse de memoria el “qué hacer” de Lenin. Pero a la hora de buscar discursos para ser autoritario el marxismo funciona tan bien como cualquier cosa, incluso tan bien como el anarquismo o que cualquier discurso político o religioso. Para términos prácticos basta plantarse en cualquier lugar, decirle al resto de la concurrencia que son unos imbéciles y afirmar que uno tiene la verdad autentica. Eso claro si uno está del lado de la irracionalidad y la ira, si no tiene más argumentos que el mito histórico que se construyó o si se es de los que les gustan los dogmas bien sazonados con un poco de oración.
Por eso a la hora de conocer quiénes fueron los cretinos que organizaron el ataque al auditorio Che Guevara de la UNAM no sorprende que sean unos cuantos de esa hostil e irracional secta seudomarxista de las organizaciones en las normales rurales. Por cierto como lo de ellos no es el internet (no porque no tengan acceso a él, sino porque su secta se los restringe) ahí si alguien quiere les avisa que un trosquista-marxista-bolivariano anda escribiendo pestes contra ellos y que vive en el D.F. y usa facebook y twitter. Digo, nomás para que les arda un poco más la nota.
Pero vamos que uno puede leer a Marx y no va a encontrar afirmaciones a favor de que los hombres usen cortes de cabello militar, que sigan órdenes sin que las piensen o critiquen, de que las escuelas sean internados militarizados o de que los campesinos deben vivir pobres y ser hostiles a todo lo que no sea “su clase”. Ni siquiera va a encontrar muchas señales de lo que Marx pensaba como futuro. Intencionalmente el barbudo de Tréveris aposto siempre a la creatividad social y no a los dogmas como futuro. De ahí a toda la porquería que se ha escrito, dicho y hecho en su nombre hay un abismo de por medio.
A estas alturas muy poco queda como duda de lo que paso la madrugada del 3 de marzo. Una columna de sujetos con el cerebro más lavado que un testigo de jehová, se dirigió desde la normal de Teneria hasta el auditorio Che Guevara al mando de un grupo de “lideres” que eran los que conocían el plan: Tomar por la fuerza y a cualquier costo el auditorio para mantenerlo en posesión de las organizaciones más dogmáticas, inútiles y antihistoricas de todo el horizonte político, es decir, las organizaciones de los golpeadores. Encontraron a 5 personas, las golpearon y torturaron y se apoderaron del lugar. A la 1:30 de la tarde pretendían dar una conferencia de prensa para presentarse como salvadores de algo y los colectivos justamente encabronados los expulsaron del auditorio, para su mala fortuna uno de los golpeadores se tropezó en la huida y su testimonio junto con las pruebas materiales y documentales desenmascararon la dinámica de los hechos aunque no a todos sus responsables materiales e intelectuales. El pobre diablo seguía órdenes con tanta fe y silencio como cualquier soldado nazi y apenas si se enteró de quienes dirigían la acción.
Si bien del otro lado del escenario es necesario hacer una crítica a los grupos anarquistas, incluso por el madruguete que ellos mismos dieron en diciembre para tomar el auditorio hay una enorme distancia entre los hechos del 19 de diciembre y los del 3 de marzo. Además la salida a esta crisis fue por fin una asamblea amplia para definir el futuro del auditorio, esa asamblea debió hacerse desde por lo menos el 19 de diciembre para que fuera por medio de un acuerdo de la comunidad que se expulsara del auditorio a las sectas delirantes que se habían adueñado del espacio.
No se hizo de ese modo y apenas ahora ante una crisis grave se organiza la asamblea. Una de las razones para que este ejercicio democrático no se realizara antes fue el miedo de los activistas a que sectores de derecha estudiantil tomara lugar y trabajaran para devolver a la autoridad el Che (ese que neciamente siguen llamando Justo Sierra desde la rectoría). Si bien la respuesta de la rectoría ha sido un guion muy burocrático para amenazar con denuncias penales lo más significativo fue la inacción de los burócratas ante las agresiones, permitieron la entrada por la madrugada a personas armadas con macanas, bastones, armas eléctricas y armas de balines al campus. Además de un equipo de corte de metal bastante complejo y visible como para que no fuera evidente para el personal de auxilio unam. La acción sucedió en una de las áreas más visibles y emblemáticas del campus, misma que está permanentemente monitoreada por cámaras cuyas grabaciones no están siendo prueba legal para identificar y denunciar a los golpeadores que atacaron el campus.
El auditorio Che Guevara es una de las conquistas históricas de las movilizaciones estudiantiles en la UNAM y desde el fin de la huelga de 1999 es un espacio permanentemente administrado por colectivos estudiantiles y abierto para su uso a los movimientos sociales de todas partes. No obstante los infantilismos y sectarismos de izquierda han tenido no pocas veces presencia en el lugar, incluso ahora el problema se reduce en insultos entre anarquistas y marxistas como si alguna de esas ideologías fuera necesaria para explicar que una secta delirante quiso tomar un espacio colectivo para su uso privado.
Si bien ahora lo que se pone sobre la mesa es el futuro que de la comunidad estudiantil al auditorio o mejor dicho a la forma en que este se administrara, porque la legitimidad de su uso seguirá siendo de la comunidad y no de la rectoría; los ataques y la violencia del lunes 3 abren una discusión más amplia para entender y decidir hacia los grupos políticos que desde posiciones de discursos irreductibles y con una negación dogmática a cualquier crítica permanecen como una constante inútil y dañina en la escena del activismo y de la organización. En mucho esto es sintomático de que hay quienes no se dan cuenta de que el mundo ha avanzado y de que la gente de esas organizaciones está atrapada en un intento por reproducir un pasado que ya no es y que en muchos casos nunca fue. También hay que señalar que parte de el sentido de la crítica debe ser reconocer cuando desde las posturas propias se cae en vicios y cretinismos de carácter autoritario, del espacio anti democrático o de la negación histórica.
Los eventos del Che deben ser una alarma para alejarse de todas las organizaciones que caen en los discursos de pureza, de inmovilidad histórica, de roles definitivos de los sujetos. La realidad es mucho más dinámica y diversa que las etiquetas que podamos usar para definir nuestras posturas y estas etiquetas no deben ser una excusa para entrar en el dogma o cometer actos miserables. Varios compañeros estuvieron cerca de perder la vida y tienen secuelas graves infringidas por golpeadores que aceptaron serlo por un discurso de fe ciega y entrega absoluta a una causa que se les impuso desde un discurso adulterado. Aprendamos que desde ahí no se construye nada.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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