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viernes, 30 de mayo de 2014

Genios vs Escepticos.



























Carlos Fernández-Vega (La Jornada)


Todo indica que sólo los genios en Palacio Nacional se aferran a la ya sobada cantaleta de que la economía mexicana crece a paso veloz, que lo hace a un ritmo mayor que todos en el planeta y que claramente es alcanzable (tal cual se dijo en 2013) un mayor crecimiento en la segunda mitad del año.

Eso allá, pero apenas unos días después de conocerse el resultado económico del primer trimestre del año y, desde luego, de escuchar el consabido discurso de que vamos de maravilla, “especialistas en economía de los principales grupos financieros del país se manifestaron escépticos en torno a un repunte en el crecimiento de la economía mexicana en el segundo trimestre del año… expertos en economía del grupo financiero Banorte-Ixe advirtieron que el consenso de analistas aún mantiene su estimado de crecimiento en 3 por ciento, por lo que no descartamos revisiones a la baja en las semanas próximas” (La Jornada, Víctor Cardoso).

Seguirán otros grupos financieros, instituciones y organismos, pero en vía de mientras el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC) destaca un primer elemento negativo del recorte al pronóstico de crecimiento: alrededor de 150 mil empleos formales menos de lo originalmente estimado para 2014. De igual manera, la desaceleración impacta el mercado interno, en especial al comercio, el transporte y los servicios inmobiliarios. En los tres casos el ciclo económico se ha debilitado e indica que la población ha restringido su consumo privado y las empresas no han elevado su transporte de mercancías.

La evolución del PIB de comercio se anticipaba por los reportes de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y las estadísticas de comercio al por menor del Inegi, las cuales advertían sobre el debilitamiento del consumo durante el primer trimestre. Entre enero y marzo el comercio al por menor registró una caída en sus ventas de 0.1 por ciento, así como en las remuneraciones medias reales que el sector paga a sus trabajadores y empleados (-1.3 por ciento). La desaceleración económica provocó restricción en el comercio al por menor y a pesar de que se generó más empleo (3.6 por ciento adicional) ello fue a costa de una remuneración menor.

Lo anterior es por demás delicado cuando no se tiene un entorno externo que proporcione alternativas para las empresas mexicanas. Las restricciones a las exportaciones que Estados Unidos y otros países han impuesto a productos mexicanos afectan a la industria y al campo. Ampliamente conocido es el dumping contra el acero y la disputa contra el azúcar mexicano; ello ya tuvo un primer efecto sobre las exportaciones y debilitó la posibilidad de tener una balanza comercial superavitaria. De hecho, el déficit de mil 192 millones de dólares fue un dato que mermó al PIB y que pudo atenuarse si se hubiera evitado el bloqueo a las exportaciones mexicanas.

Una reflexión final es que la coyuntura del primer trimestre refleja el desequilibrio estructural de la economía mexicana, bajo crecimiento económico, restricciones a la inversión privada nacional, a la rentabilidad de la misma, creación y aumento de impuestos que limitan la demanda agregada y precarización del mercado laboral. Bajo dicho contexto es complicado suponer que se tendrá la posibilidad de mejorar las condiciones sociales y la distribución de riqueza en la población. En un entorno de bajo crecimiento no existe la capacidad de incrementar el ingreso económico de las personas, una situación todavía más compleja cuando se agrega a la inequidad.

La falla estructural que originó los desequilibrios sociales antes descritos radica no solamente en un crecimiento económico insuficiente; también se encuentra en la inequidad de la distribución de la riqueza. Empleo escaso e informal, con prestaciones limitadas y bajos salarios constituyen el círculo vicioso en el que ha caído el país, son parte de las causas y consecuencias que restringen el crecimiento económico e inciden en la inequidad, subraya el IDIC.

Aunado a lo anterior, el 3 por ciento de crecimiento anual de la actividad económica de marzo, medido por el IGAE (indicador global de la actividad económica) refleja que ni el efecto estacional de Semana Santa fue suficiente para que la economía creciera por arriba de esa proporción. Este resultado estuvo motivado principalmente por el incremento de 6.8 por ciento en la actividad agrícola, mientras las secundarias y las terciarias avanzaron 3.4 y 2.7, respectivamente. Lo anterior se da en un contexto, en el cual durante el mismo mes de 2013 hubo una caída de 1.4 por ciento, por lo cual debe resaltarse que si bien se recuperó lo perdido y que además corresponde a la tasa más alta desde abril del año anterior, la base sobre la cual se analiza su resultado denota que éstos son incipientes.

La relevancia de cuestionar la falta de crecimiento económico durante las últimas décadas no es menor, pues las implicaciones negativas del contexto así lo señalan. Por ello, a pesar de que existe una perspectiva positiva en relación con las exportaciones, que se tenga un acervo histórico de reservas internacionales, el control de la inflación, y sobre todo la aprobación de las reformas estructurales constitucionales y el mayor gasto de gobierno, el resultado del PIB resume que lo anterior no ha sido suficiente para detener la precarización laboral, la inseguridad en el país y la falta de confianza de consumidores y productores.

El ciclo económico se encuentra en una fase negativa y las medidas que hasta el momento se han considerado no han incidido sobre la evolución de la economía; observar los acontecimientos negativos externos para justificar las deficiencias internas tampoco ha funcionado, ha sido parte de lo que ha frenado buscar alternativas que permitan el desarrollo del país, por lo que es momento de un programa contingente para impulsar el crecimiento de México.


Las rebanadas del pastel

Que no pasa nada, declaran las mentes brillantes del gabinetazo, pero en los hechos se mantiene al alza el número de mexicanos que no tiene acceso a la canasta alimentaria. En el primer trimestre de 2014 el poder adquisitivo del ingreso de los trabajadores se mantuvo en picada: cayó 5.76 por ciento en comparación con igual lapso de 2013, de acuerdo con el comportamiento del índice de la tendencia laboral de la pobreza del Coneval, correspondiente al citado periodo, organismo que advierte que la pobreza vinculada a los salarios aumentó 3.46 por ciento a tasa anual, lo que se traduce en que 53 por ciento de la población no puede adquirir la canasta alimentaria con el ingreso de su trabajo.


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