Carlos Fernández-Vega (La Jornada)
Por lo visto y documentado, donde se aprieta sale pus y el altísimo grado de toxicidad de Germán Larrea y su Grupo México no se circunscribe a los ríos Sonora y Bacanuchi ni a cuestiones meramente ecológicas, sino que contamina todo lo que esté a su alcance, que no es poco, y aprovecha las muchísimas oportunidades que el propio sistema político les procura.
Más allá de los 40 mil metros cúbicos de productos tóxicos derramados en los citados ríos, La Jornada (Angélica Enciso) informa que la minera Buenavista del Cobre “opera en Cananea con concesiones de agua irregulares, debido a que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) se las entregó, violando a la Ley de Aguas Nacionales, en cauces donde había decretos de veda que impedían el uso industrial del recurso. Dispone de alrededor de 21 millones de metros cúbicos de líquido, 75 por ciento más que los siete municipios aledaños, que suman apenas 5.5 millones al año.
La concesión más reciente que le entregó la actual administración, el 5 de septiembre de 2013, fue para uso público urbano, pese a que es obvio que se trata de una actividad industrial. Además, ninguno de los 10 títulos expedidos en favor de la minera cuentan con un permiso de descarga, lo que implica que no podría verter ni un solo litro de aguas residuales, ni intermitente ni sistemáticamente, sean contaminantes o no, de acuerdo con un análisis de Miguel Ángel Montoya, asesor en gestión integral del agua del grupo parlamentario del PRD en la Cámara de Diputados.
Con Grupo México y su dueño, más que magnánimo ha sido el gobierno federal, especialmente desde que en 1992 Carlos Salinas modificó la ley minera. Sin duda los otros barones de la minería también han sido beneficiados, pero la gruesa chequera del corporativo y el charm de su propietario se llevan la palma.
La concesión más reciente de la Conagua favorable a Grupo México, detalla la información de La Jornada, se otorgó el 5 de septiembre de 2013, es decir, con Enrique Peña Nieto en Los Pinos, Juan José Guerra Abud en la Semarnat, David Korenfeld Federman al frente de aquella institución y Guillermo Haro Bélchez como titular de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa, la misma que certificó al corporativo de Larrea como industria limpia).
Se trata del mismo equipo gubernamental que ahora se dice muy preocupado por el derrame tóxico en Sonora y que Larrea ha puesto a parir porque, amén de que la exigencia generalizada es cancelar la concesión en Cananea, el asunto puede terminar en un conflicto binacional. ¿En qué pensaban esos funcionarios a la hora de entregar concesiones, licencias, permisos y certificaciones? ¿Dónde quedó el piloto?
Pero no queda allí el asunto, porque se han podido documentar (vía Ifai) cuando menos otras 66 concesiones y autorizaciones otorgadas a la mina Buenavista del Cobre (15 de Conagua; 43 de la Semarnat, entre las que cuentan autorizaciones para cambio de uso de suelo, y cuatro de la Secretaría de Economía). Si el ejercicio se amplía a todo el Grupo México, por la misma vía aparecen 319 concesiones adicionales de las mismas dependencias, más cuatro licencias de la Secretaría de la Defensa Nacional para el uso de explosivos.
La Conagua ha autorizado a Grupo México que saque agua de todas partes, en demérito de la población donde el corporativo depredador se instala, no sólo en Sonora sino, cuando menos, en Zacatecas, Chihuahua, San Luis Potosí, Coahuila, Guerrero, Guanajuato, Durango y las cuencas del río Bravo, la Pacífico Norte y las Centrales del Norte, regiones todas donde se registran severos problemas en materia de abasto del líquido.
La Secretaría de Economía parece tener una fotocopiadora para expedir concesiones a Grupo México (268 documenta el Ifai), todas ellas (obviamente renovables) con vencimientos entre 2055 y 2060. Todo, porque, como justifica el titular de esa dependencia, Ildefonso Guajardo, la economía tiene que crecer.
De las concesiones y licencias otorgadas por la Semarnat a Grupo México llama la atención la del 26 de abril de 2013 (Delegación Federal en San Luis Potosí), cuya expedición hace referencia a cuando menos cuatro artículos (36, 53, 54 y 55) de la Ley General de Vida Silvestre, que en su parte medular advierten sobre lo siguiente: “la tensión, sufrimiento, traumatismo y dolor de los ejemplares de fauna silvestre deberá evitarse o disminuirse en los casos de sacrificio de éstos, mediante la utilización de los métodos físicos o químicos adecuados; no será necesario contar con la autorización (…) cuando se trate de trofeos de caza (…) material biológico de vida silvestre (…), la importación de ejemplares, partes y derivados de especies silvestres”
Asimismo, la importación, exportación y reexportación de ejemplares, partes y derivados de especies silvestres. ¿Será que a Germán Larrea y a sus súbitos les gusta la cacería o el tráfico de fauna silvestre? O tal vez lo utilice para la compra-venta, importación-exportación y conexos de caballos de pura sangre, algo que por lo demás apasiona al empresario que cuenta con dos criaderos (San Jorge y G.L).
Como tal, la Conagua fue creada en 1989 (sexenio de Salinas de Gortari) como órgano desconcentrado de la entonces Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos. Su primer director general fue Fernando González Villarreal. Por esa oficina han pasado, con la libreta de concesiones y permisos en la mano, Guillermo Guerrero Villalobos (con Ernesto Zedillo), Cristóbal Jaime Jáquez (con Vicente Fox), José Luis Luege Tamargo (con Felipe Calderón) y David Korenfeld Federman (con Peña Nieto).
Sería muy productivo que estos personajes, junto con los titulares de la Semarnat (la primera fue Julia Carabias, y le siguieron Víctor Lichtinger, Alberto Cárdenas Jiménez, Juan Rafael Elvira Quesada, José Luis Luege Tamargo y ahora Juan José Guerra Abud) y los de la Profepa (de Salinas a Peña Nieto: Santiago Oñate, Mariano Palacios Alcocer, Miguel Limón Rojas, Antonio Azuela de la Cueva, José Ignacio Campillo García, José Luis Luege Tamargo, Ignacio Loyola Vera, Patricio Patrón Laviada, Hernando Guerrero Cázares, Francisco Alejandro Moreno Merino y Guillermo Haro Bélchez) explicaran por qué fueron, y son, tan generosos con Germán Larrea y Grupo México, no obstante que a cada rato tienen que recoger el tiradero del barón. Pero sigue la mata dando.
Las rebanadas del pastel
Mientras a unos pocos les dan todo, a muchos les quitan ídem. En Sonora el neo porfirista Guillermo Padrés persigue ferozmente a la tribu yaqui, cuyo único delito es la defensa de su agua.
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