La involucion presidencial de Mêxico.

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lunes, 18 de julio de 2011

Realidad vs "percepcion".











Los resultados de la reciente encuesta del Inegi son tan contundentes, que si hubiera un ápice de decoro en el gobierno calderonista, Ernesto Cordero de inmediato haría maletas y olvidaría sus ansias toreras para 2012, al tiempo que el inquilino de Los Pinos estaría obligado, cuando menos, a reconsiderar su machacón discurso sobre la onírica bonanza” de México y los mexicanos. Pero como no lo hay, en lugar de ello el ventrílocuo Felipe Calderón mandó mensaje por medio de otro de los directamente involucrados en el fracaso económico sexenal, Bruno Ferrari, quien, el mismo día en que se conocieron las cifras oficiales sobre el desplome del ingreso, afirmó que el nuestro “es el país más alejado entre la percepción y la realidad… ya basta de tener esa vocación de estar pensando que las cosas están mal, cuando deberíamos de ver qué están bien”.

Por si hubiera duda, lo que deja en claro el mensaje de Calderón, vía la intolerable levedad de Ferrari, es que quien está “más alejado entre la percepción y la realidad”, no es el país, mucho menos los mexicanos, sino el propio ventrílocuo y su deficiente equipo de muñecos. “Ya basta”, pues, de pretender tomarle el pelo a los mexicanos. Cuatro años de permanente deterioro en las condiciones de vida de los habitantes de este país es una realidad contundente, mientras el machacón discurso sobre la supuesta “bonanza”, la “solidez económica” y demás florituras, una muestra fehaciente de que el inquilino de Los Pinos, con su gabinetazo, vive en el éter, la negación permanente y urgido de diván, por decirlo suave.

El pasado viernes, el Inegi divulgó los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2008-2010, que documenta el grave deterioro del bienestar de los mexicanos en ese periodo, al que debe sumarse el reportado en 2006-2008, cuando “no había crisis” (versión oficial). “No existió una capa del tejido social que no haya visto mermados sus ingresos”, como lo subraya el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tec de Monterrey, campus estados de México, que preside José Luis de la Cruz Gallegos, en su análisis Pobreza, la consecuencia de la caída en ingresos y gastos de los hogares en México.

De acuerdo con la citada encuesta, en 2008-2010 la contracción más fuerte se presentó en los niveles de mayores ingresos, pero “ello no implica que la afectación para los segmentos de menores percepciones no sea grave. La razón es bastante simple de entender: la pérdida de un peso para la gente más pobre tiene una afectación relativa superior que para aquellos grupos con mayor solvencia económica. En el primer caso la merma se traduce en menor poder adquisitivo en elementos esenciales como alimentación, educación o cuidado de la salud, en tanto que para los deciles del VIII al X la afectación, si bien es grave, no les implica poner en entredicho cuestiones tan básicas”.

Una cuestión adicional, apunta el CIEN, es que la caída promedio de los ingresos de 12.3 por ciento calculada para el periodo 2008-2010 no es un evento coyuntural solamente atribuible a la crisis de 2009. En el periodo 2006-2008 (el primer bienio del calderonato) los ingresos también habían disminuido en 1.6 por ciento. La problemática que todo lo anterior sintetiza es que a partir de 2006 los hogares mexicanos han enfrentado un entorno económico adverso, que afecta de manera directa su bienestar.
Ampliamente conocido es que las cifras de desocupación en México permanecen en niveles similares a la recesión de 2009. Se ha presentado evidencia contundente sobre la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores, aun en la incipiente recuperación económica. Por eso cuando se observa que 66.3 por ciento de los ingresos monetarios de los hogares se genera por las remuneraciones al trabajo subordinado (a pesar de que no hay recuperación real de los salarios), y de que la participación de las percepciones por trabajo independiente disminuyeron de 15.8 a 11.3 por ciento entre 2008 y 2010, “lo que puede inferirse es que difícilmente existe una perspectiva más positiva para la economía y sociedad mexicana: la mayor parte de sus ingresos se genera de un mercado laboral que paga mal y no tienen alternativas de negocios formales propios (las posibilidades de tener éxito empresarial son bajas)”.

La dependencia que esto genera para las familias más pobres (decil I) es muy grande: la parte más relevante de sus ingresos monetarios no depende de sus remuneraciones, es decir del trabajo que desempeñan, sino de las transferencias que reciben. “Lo anterior refleja que la educación, salud y alimentación no les ha permitido desarrollar las calificaciones necesarias para que sea su desempeño laboral el que les genere el sustento: por su trabajo reciben remuneraciones que les mantienen inmersos en un mundo de pobreza y marginación. Dado que el problema sigue creciendo, puede afirmarse que en este aspecto las transferencias poco han podido hacer para solucionar el problema; lo único que hacen es dar una aspirina a un cáncer”.

Lo anterior prevalecerá en el corto y mediano plazo, y el resultado de los gastos de los hogares ya lo anuncia: el gasto corriente total promedio trimestral promedio por hogar bajó 3.8 por ciento entre 2008 y 2010. “Lo más delicado fue que aun en los elementos más básicos como alimentos, bebidas y tabaco (-3.1 por ciento), vivienda y combustibles (-6.7), cuidados de la salud (-13.6), transportes y comunicaciones (-6.5), educación y esparcimiento (-3.1), autoconsumo (-21.4), remuneraciones en especie (-43.6), y transferencias en especie (-16.6) existieron retrocesos que no únicamente limitan el presente de los hogares, sino que además afectan su capacidad de superar su nivel de calidad de vida futuro. Alimentación, educación y salud adecuada constituyen factores esenciales para impulsar el crecimiento económico, la competitividad y la productividad, justamente todo aquello que hoy representa un ancla para México.”

El no cubrir esos requerimientos es caldo de cultivo para que algunos sectores sociales volteen a la informalidad o a la ilegalidad como mecanismo para intentar obtener un mejor nivel de bienestar. Los resultados de la ENIGH 2010 muestran que varios de los elementos que dan génesis a la inestabilidad social no solamente prevalecen, sino que han aumentado, por lo que debe buscarse un nuevo modelo económico para darles atención. De igual manera, muestra que el supuesto blindaje de la economía no solo falló, sino que hoy cobra una elevada factura social.

..........y:

En fin, una más de “percepciones equivocadas” y cruda realidad.