“Que el fraude electoral jamás se olvide”
La última semana ha sido pródiga en la manifestación de los errores de la administración gubernamental: suma de la debilidad de origen de un régimen ilegítimo y de la ineptitud del que se dice gobernante.
La clave nos la ofrece la información proporcionada por Wikileaks a La Jornada, específicamente el cable dirigido por el embajador Garza al Departamento de Estado relativo a los aprietos de Calderón derivados del fraude electoral de 2006, por el que recomienda que se haga explícito el apoyo de la Casa Blanca como reconocimiento al resultado oficial, de manera de desalentar la protesta ciudadana. En el mismo documento el sujeto informa de su intervención en el proceso de transición, lo que sólo sería explicable en términos de vigilar la integración de un gabinete inobjetablemente pro yanqui. No hacen falta enmiendas constitucionales ni marines invasores, basta con apoyar a un ambicioso corrupto y fraudulento para sujetar a todo el gobierno del país. Un vulgar traidor, pues. No nos extrañe la escalada de amenazas de intervención militar en México, viejo anhelo de los halcones gringos.
En otra veta informativa se hace público el enfrentamiento entre Slim y Azcárraga, magnates de los monopolios de la telecomunicación y la radiodifusión, respectivamente. Sería nota para la sección de deportes de no ser porque su pleito tiene mucho que ver con el reparto del verdadero poder: el del control de la información pública. Cada cual pretende romper el monopolio del otro y defender el propio. El estado de derecho, las instituciones y la autoridad arrinconados en la incapacidad de imponer la norma. Ambos contendientes son fuertes acreedores del gobierno espurio y, como dice el dicho: donde mandan capitanes no gobierna marinero. Son varios los capitanes que manosean el timón, cada quien para su provecho. Por eso estamos como estamos.
Para colorear el cuadro de la torpeza, el affaire Cassez. Independientemente del protagonismo pequeño imperialista del señor Sarkozy, lo que sale a relucir es un fardo de mentiras, trampas e ilegalidades, comenzando por el afán propagandístico del favorito García Luna y terminando con el desacato de un tratado internacional sancionado por el Senado de la República, el cual determina el derecho recíproco de los signatarios para exigir que sus nacionales que cometan delito y sean juzgados y condenados en un país diferente purguen la pena en el país de origen. Tanto el francés como el mexicano actúan para sus respectivos públicos, sólo que al primero le asiste el derecho y al segundo el capricho. Quien es tramposo por naturaleza no se detiene en fronteras.
Para colmo: el cinismo. El conflicto social oaxaqueño se detonó por el abandono de la educación pública y el deterioro de las condiciones laborales del magisterio. Calderón solapó al tránsfuga ex gobernador y lo respaldó en la represión con la fuerza pública federal. Hace falta tener la cara muy dura para visitar Oaxaca para inaugurar las instalaciones del campus local de la universidad de los religiosos lasallistas, mostrándose muy ufano en medio de su apabullante aparato de seguridad. No había que ir muy lejos para encontrar la respuesta: la APPO y el magisterio vuelven a tomar la calle. La falta de sensibilidad y la torpeza de Calderón colocan entre la espada y la pared al flamante gobernador Gabino Cué.
La descomposición del sistema político, fenómeno de larga data, recibe especial impulso en la inescrupulosa conducta del que se ostenta como jefe del estado. Tramposo en la elección, ha mantenido e incrementado su nocivo aporte en la operación política gubernamental. Hoy adquiere mayor relevancia el asunto aquel de la negociación con Peña Nieto para lograr el apoyo a su propuesta de aumentar el IVA a cambio de abstenerse de alianzas del PAN con el PRD, asunto por demás repudiable, pero que Calderón traicionó después de lograr el apoyo negociado. Se envenena la actividad política –de suyo propensa a la marrullería- cuando el que debiera responder por la salud del estado es el malandrín en jefe, comandante supremo del cártel de la corrupción que incluye a los negociantes que se adueñaron de la dirección del PRD.
Las anteriores son sólo unas cuantas expresiones del gobierno fallido y del estado en riesgo de extinción, haría falta el espacio del directorio telefónico para enumerar todas. El verdadero peligro es que los poderes reales pretenden institucionalizar el caos, cual pescadores que ganan con el río revuelto. El pronóstico es la inviabilidad de México como país soberano. ¿Qué otra cosa puede esperarse de un figurín de telenovela fabricado para ser presidente? ¿De cualquiera de los tecnócratas pirruris que se candidatean por el PAN? ¿De un siquiatra que se autoanaliza frente al espejo para confirmar su buena figura? Está claro, los mexicanos estamos hasta la madre de este desmadre. Urge transformar de raíz la organización de la sociedad y del estado para recuperar la condición de Nación Soberana. Esa es la convocatoria del Proyecto Alternativo de Nación y del Movimiento de Regeneración Nacional. No otro es el significado de la lucha que se identifica en la persona de Andrés Manuel López Obrador cuyas actitudes, generalmente calificadas como errores por quienes alimentan el estatus quo y que de él se nutren, sólo son expresiones de congruencia con el cambio que se pretende. Deslindarse de la venalidad de la directiva del PRD sin renunciar a su membresía y sin claudicar en la vigencia de la instancia de expresión política de la izquierda; rechazar el contrasentido de las alianzas electorales con la derecha, posiblemente sean errores en alguien que buscara, a todo trance, ganar en una elección, pero que son el acierto mayor de quien otorga la prioridad a la transformación de la nefasta realidad que vivimos.
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