Autoelogio tras autoelogio, el inquilino de Los Pinos y su Cordero disfrazado de delfín no pierden oportunidad ni sueltan el micrófono para presumir el crecimiento sólido y sostenido” que, según ellos –y sólo gracias a ellos, desde luego– reporta la economía nacional. ¡Qué más quisieran los habitantes de esta dolida República!, pero más allá del discurso oficial nada sustenta los dichos de los citados personajes. Es más, las advertencias en sentido contrario van en aumento, y se ha llegado al extremo (para un organismo público, con un ex funcionario calderonista como gobernador) de que el Banco de México de plano decidió encender las luces amarillas.
En efecto, la junta de gobierno del banco central advirtió que “el ritmo de la actividad económica en el país comenzó a desacelerar hacia finales del primer trimestre de este año. Ello ocurre en un momento en que la economía mundial enfrenta importantes riesgos… Los indicadores más recientes sobre el desempeño de la actividad económica sugieren una moderación… La menor actividad económica, particularmente en marzo, se ha dado tanto en el sector industrial como en el de los servicios” (La Jornada, Roberto González Amador).
Lo que el Banco de México reconoce ahora (con todo y matiz, por aquello de que “los indicadores sugieren una moderación”), desde tiempo atrás ha sido una advertencia permanente de analistas, académicos y centros de estudio, como el de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, el cual, desde el arranque del presente año, no ha quitado el dedo del renglón, dado el triunfalismo de Los Pinos y subsidiarias.
En este sentido, en su más reciente análisis subraya que “a pesar de que al cierre de mayo los especialistas en economía del sector privado anticipan un incremento de 4.37 por ciento en el PIB de 2011, se mantienen las previsiones de una desaceleración de la economía mexicana, que se refuerza con el deterioro de las expectativas en la actividad manufacturera señaladas en los resultados de la Encuesta Mensual de Opinión Empresarial al quinto mes del año. Además, destaca el pesimismo que revelan los datos dados a conocer recientemente, en particular los correspondientes al empleo, los salarios y la inflación. Por un lado, las perspectivas sobre la evolución de la economía nacional se acompañan de un deterioro en la estimación de la evolución del mercado laboral y un aumento en la proporción de personas que no pueden adquirir la canasta alimentaria con su ingreso laboral; por el otro, se anticipa que no se cumplirá en 2011 y 2012 con la meta de inflación establecida por el Banco de México. Estas previsiones enmarcan un panorama difícil para lograr la recuperación del mercado interno en el corto plazo”.
Con base en las encuestas del Banco de México, el citado centro de estudios anticipa que en 2011 el PIB tendría un incremento de 4.37 por ciento, cifra igual a la previsión de la encuesta de los especialistas del sector privado, pero menor en 1.02 puntos porcentuales al aumento observado en 2010. Para 2012 el alza del producto sería de 4.18 por ciento, mayor en 0.11 puntos porcentuales a lo que se esperaba en la encuesta de abril aunque menor a lo que se vaticina para 2011, por lo que resulta más que obvia la desaceleración de la economía mexicana.
Para rematar, la perspectiva de los especialistas del sector privado sobre el desempeño de la economía de Estados Unidos para 2011 continuó ajustándose, por segundo mes consecutivo, a la baja. De igual forma, las cifras reportadas en la economía estadunidense al cierre de mayo confirman la presencia de una doble recesión en el sector de la vivienda, dan cuenta de la disminución en las ventas de automóviles ligeros e identifican riesgos de una nueva recesión en el sector laboral, aspectos que puedan trasladarse a México dificultando su propia recuperación. De hecho, los indicadores del sector manufacturero mexicano revelan un deterioro en las expectativas en materia de actividad en el sector, con lo cual se refuerza la tendencia de que el comportamiento del productor seguirá cauteloso en relación a la toma decisiones.
La evolución del mercado laboral también se reporta en una reducción en la perspectiva (de por sí raquítica) de generación de plazas en el sector formal de la economía. Sobre este último tema, el CEFP retoma la información del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), y subraya que entre el primer trimestre de 2005 e igual periodo de 2011 aumentó 16.9 por ciento la proporción de personas que no pueden adquirir la canasta alimentaria con su ingreso. “Durante el último trimestre de 2010 se alcanzó el máximo histórico de este indicador, pues de 2005 a ese periodo subió 17.7 por ciento el número de personas que no les alcanzaba para comprar la canasta alimentaria. También hay que destacar que este incremento se deriva de la crisis iniciada en 2008; pues hasta el segundo trimestre de 2008 el número de familias que no podían adquirir la canasta alimentaria prácticamente había permanecido sin cambio (-0.02 por ciento) y a la fecha no ha habido una mejora sustantiva en las cifras”.
Las tendencias de pobreza tuvieron mayores repercusiones en las entidades del país con más vinculación económica con el mercado externo. Este es el caso de las zonas fronterizas como Baja California, Baja California Sur y Tamaulipas, así como los sitios turísticos como Quintana Roo. También se dio a conocer que el ingreso laboral promedio de los trabajadores ha disminuido 156.3 pesos mensuales (a pesos constantes de 2005). Sin embargo, si se considera que los asalariados con menores ingresos no compran productos más allá de la canasta básica, esta situación se acentúa pues entonces la pérdida de poder adquisitivo es de 257.6 pesos mensuales (a pesos constantes de 2005 deflactados por el índice de precios de la canasta básica). En síntesis, los datos de Coneval señalan que la situación del mercado laboral se ha convertido en un determinante que ha mermado el bienestar de los hogares, resultados que, por lo demás, tiran al bote de la basura el triunfal discurso del inquilino de Los Pinos y el de su pequeño saltamontes Ernesto Cordero.
La imbecilidad acostumbrada:
Por cierto, a este último personaje ya le gustó eso de contar chistes todos los días, como el que se aventó ayer en Guanajuato: “yo no tengo duda de que voy a ser presidente de México”, y mister Bean fue el único que no soltó la carcajada.
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