Julio Herdandez Lopez (La Jornada).
El muy anunciado guión del felipista golpe electoral narcotraficado contra el PRI llegó en inglés, sin novedades en cuanto a los papeles estelares y muy a tiempo para intentar el difícil rescate de una falsa heroína de apellido Mota (doble gulp con copia a la DEA). Largamente tolerado por la fallida Santa Inquisición panista (Fox nada le hizo, y Calderón tampoco intentaría nada en contra de él si no estuvieran de por medio las elecciones presidenciales) y plenamente apapachado hasta ayer por sus congéneres priístas, Tomás Yarrington fue finalmente acusado de lo que todo mundo en las alturas del poder sabía pero no se quería o no convenía confirmar.
El salinista Manuel Cavazos Lerma cedió la silla gobernante a Tomás Yarrington que dejó como sucesor en el negocio a Eugenio Hernández Flores que pretendió dejar como heredero a Rodolfo Torre Cantú que fue impunemente asesinado por un comando quirúrgico a días de las elecciones en las que fue relevado por su hermano Egidio que vive blindadamente remontado en algún lugar de las montañas burocráticas de Tamaulipas donde el verdadero poder está en las mafias de siempre ahora divididas (los Zetas ya no quisieron seguir siendo el dependiente brazo armado del cártel del Golfo luego de la detención de Osiel Cárdenas), pero finalmente titulares de los poderes ejecutores, legisladores y judiciales de una entidad sustraída a lo institucional como es la ensangrentada Tamaulipas, donde no se permiten ni la crítica ni la protesta social o política ni el ejercicio siquiera del periodismo tradicional, porque en esa tierra norteña desde hace mucho no hay ni ha habido gobernadores ni política, sino solidarios administradores partidizados del negocio por todos tan sabido y tan disputado.
Sobre ese material de contaminaciones múltiples se ha montado la voracidad electoral del calderonismo para arremeter contra el candidato del cártel de gobernadores y ex gobernadores que mucho se han beneficiado del negocio antes mencionado (aunque no sólo los de tres colores: panistas también han destacado en el acoplamiento con los bandos realmente dominantes de sus entidades, como puede verse en Morelos y Baja California, al igual que sucedió en Michoacán y Zacatecas con el perredismo respectivamente godoyista o amalista). Hoja tras hoja se cumple la trama: desde los amagos de sujeción a territorio nacional de los eventuales viajeros internacionales de apellidos Yarrington, Hernández Flores y Cavazos Lerma, hasta el puntualísimo banderazo de salida de la temporada de caza del dinosaurio pachecón que realizó el desesperado Felipe el martes pasado al irrumpir en el escenario electoral para exigir a los candidatos presidenciales que definieran si iban a continuar su “guerra” contra el narcotráfico, es decir, si apoyarían las medidas extremas presuntamente salvíficas o entrarían en arreglos con los “malos” para restablecer la paz mafiosa. Horas después del relámpago calderonista llegó la texana lluvia fuerte que apenas se refiere a los asuntos inmobiliarios del archimencionado Tomás pero que ya anuncia tormentas judiciales específicas contra la sección tamaulipeca de la gran compañía tricolor que sueña con regresar a Los Pinos detrás de un copete desde ahora tan despeinado.
La guerra se ha desatado y Peña Nieto trata de zafarse de las figuras quemantes aunque suficientes testimonios hay de la cercanía de Yarrington con él (como, en su momento, con George W. Bush, de quien luego era invitado especial en Texas). Pedro Joaquín Coldwell quema las de por sí pocas reservas políticas que le quedan, luego del episodio de la Ibero, apresurando desconocimientos y expulsión de quien horas antes de la intervención electoral gringa en favor del aliado Calderón era un distinguido priísta en virtual fuga. Peña Nieto sufre (foto con TY en http://bit.ly/MpGkxQ y nota en Apizaco, Tlaxcala, el 31 de enero de este año, deplorando el uso politizado de las indagaciones contra personajes tamaulipecos). Y Felipe y Josefina creen llegado el momento del asalto final contra el priísmo narcotizado, en uno más de los lances de fin de fiesta que (otro más, el de los generales presos) van tensando cada vez más el proceso electoral en el que, esta vez, los gringos están votando.
En tanto, estudiantes de universidades públicas y privadas marcharon ayer del símbolo de la corrupción calderonista, la Estela de Luz, al Ángel de la Democracia (también denominado “de la Independencia”) y de allí unos retornaron al punto original de manifestación y otros se dirigieron a Televisa Chapultepec. El movimiento de insurgencia juvenil enfrenta la taimada pretensión de la principal televisora de aplicarles una especie de judo electrónico, dándoles espacio “comprensivo” en espera de errores, violencia, divisiones o impericia que puedan ser aplicados en contra de esos mismos jóvenes que así pasarán de ser bienvenidos opinantes frescos a “manipulados” y “partidizados” corruptores de tan bonito capullo cívico al que Televisa le ha querido poner su florero de moda. Por ello, algunos dirigentes de la marcha estudiantil insistieron en precisar puntos en la sede informativa del poder de las cámaras.
Astillas
Publicado ayer en El Mexicano, de Baja California (http://bit.ly/JrwdXw ): “Diversas anomalías se han presentado en los últimos meses en la expedición de credenciales del Instituto Federal Electoral en Playas de Rosarito, donde por lo menos medio millar de identificaciones oficiales entregadas por el organismo presentan irregularidades en su domicilio”... Los fotógrafos de Obtura captaron http://bit.ly/Kqqjbf ) que en Querétaro “un grupo de jóvenes vestidas con ropa de campaña de Peña Nieto solicitaban a los transeúntes que hablaran (con guión) a favor del candidato presidencial EPN con la promesa de salir en el video promocional de ese candidato”... Y, mientras la volatilidad política y electoral se une a las incertidumbres europeas y lleva al peso por encima de los 14 por dólar, ¡hasta mañana, con la detención del presunto asesino de Brad Will, que parece que no se llama Ulises!
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Cartones Internacionales.
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